La tradición veraniega viene marcada por diversos eventos, la barbacoa, la euskal, las fiestas, y la visita a Vhea en Noja.
El plan de un mes atrás no podía romperse por unas pocas nubes, así que nos atrevimos con todo, que como yo digo: 'aquí hemos venido a jugar'.
Los conductores llegamos puntuales a las coordenadas, no así los pasajeros, y tuvimos que aguantar a la fauna de las estaciones de buses: dame un euro pal bus... y un señor inmigrante que nos quería echar fuera 'coño!!!', que mal.
El día fue perfecto, solo a falta de un poco de solecillo para alegrarnos, pero mirandolo bien, de ese modo el agua estaba más calentita.
Después de 2 años, por fin pudimos probar las patatas bravas del barco, un bar restaurante de Noja. No diré que la espera mereció la pena, pero comí muy agusto. El postre también es tradición, una copa de helado brutal, unas fresas con nata o un batido brutal, que rico.
Tras la espera para hacer la digestión con tertulias varias y partidillos de fútbol, el chapuzón con colchoneta supo a gloria, y las pipas que zampamos después, mucho más.
Después de un día genial nos despedimos de Vhea, y volvimos a nuestros hogares. Me quedó una pena, pues son fiestas en Algorta y tenía prometido ir a la 'pijama party', pero estaba bastante cansado, que lástima.
No hay fotos esta vez, a pesar de hacer muchas, salgo en pocas y en las que salgo, estoy horrible (últimamente me veo muy mal en las fotos, que me está pasando????).
Otro día en la villa oculta de la hoja
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