El castillo ambulante

Para hablar de esta película, casi bastaría con decir que es una obra del estudio Ghibli, y con eso ya sabemos que es una película de calidad.
El castillo ambulante (Hauru no ugoku shiro) estaba nominada a los Oscars de este año, que desafortunadamente no ha ganado, cosa que no entiendo, pues la ganadora(no la he visto, hablo de suposiciones), puede tener más gancho, pero no creo que valga tanto como película.
La historia nos lleva a una época de revolución industrial, con máquinas y coches a vapor, en lo que podía ser un país costero de Europa. Este país está envuelto en una dura guerra con el país vecino, así que son tiempos duros para la población.
En estos países existe la magia, y es de uso habitual, de manera que la gente compra hechizos o pócimas a los magos para que les ayuden. Sophie, una joven que trabaja en una sombrerería, se ve envuelta en una historia de magia cuando el famoso mago Howl le ayuda a librarse de unos soldados (un poco pulpos).
La bruja del páramo, enemiga de Howl la hechiza, así que Sofi tratará de librarse de este sortilegio, iniciando una aventura.
Muy en la línea de Ghibli, se pueden ver los diseños de personajes habituales, encontrando rasgos de otros personajes en otras de sus películas (Ashitaka - Howl por ejemplo). Esto quiere decir que nos van a ofrecer una bonita historia, buena banda sonora y una animación cuidada. Los efectos en 3D (que son pocos) están muy bien integrados, apenas se notan.
Salimos del cine encantados con algunos personajes, como el perro, el espantapájaros, o la vieja bruja, y es que son simpatiquísimos, dan unas ganas terribles de comprarse un peluche del perro (ahiiiin!!).
Lo único malo que puedo decir es que puede que por la traducción o cortes, la historia no acaba bien explicada, los últimos minutos tienen demasiada trama y acabé sin pillarlo todo. Pero bueno, como siempre en estas películas se ofrece la vertiente sencilla y entretenida que gusta a los más jóvenes, y la otra más espiritual, que trata sobre la dureza de la guerra, o la llegada de la vejez.